Hace ya algunas semanas yo era de los que veía una luz de esperanza en las palabras del Ministro Gabilondo promoviendo un Pacto por la Educación. La ilusión ha durado un suspiro. Ha sido abortada a las pocas semanas de gestación. El 23 de noviembre, el Cardenal Rouco denunciaba la discriminación de la asignatura de Religión y el incumplimiento de los Acuerdos entre el estado español y la Santa Sede de 1979 (posteriores a la Constitución). La previsible respuesta del Ministro de Educación no se hizo esperar, la asignatura de Religión no está discriminada.
¿Qué esperanza se puede depositar en quien yerra en el diagnóstico de un mal para que le ponga remedio?
Algunos ejemplos:
- La asignatura de Religión en el bachillerato en Asturias se imparte a 7ª hora en un horario posterior a las 14.30 h. Usted, señor Ministro, que fue profesor convendrá conmigo que es un horario más apto para disfrutar de especialidades culinarias que para recibir cualquier tipo de enseñanza. Atenta contra el más elemental principio pedagógico que una asignatura fundamental con una única hora semanal se imparta en ese intempestivo horario.
- Los alumnos que no cursan Religión se van para su casa mientras nuestros “alumnos-héroes” asisten a clase sin que se esté tomando medida alguna para que esto no ocurra. Esto vulnera repetidas sentencias del Tribunal Supremo sobre esta materia.
- Los alumnos que no cursan Religión deberían recibir la “debida atención educativa”. ¿Conoce su contenido? Yo no. Ni nadie.
Las situaciones expuestas causan un efecto disuasorio a la hora de optar por Religión. Esto es lo que provoca un éxodo del alumnado de Religión y no los cambios profundos de mentalidad de nuestra sociedad.
Si esto no es marginación… ¿cómo lo definimos?: tropelía, injusticia, atropello, acoso, ausencia de libertad, supresión de derechos… Elija usted.
Antonio Cabeza González
Representante de FEUSO en el Comité de empresa de los profesores de Religión de Asturias
